Bom día,
No seré yo el que escriba sobre el bangao, ese españolito
de blanca tez y curioso caminar, que va rompiendo corazones por allí por donde
pasa. Pienso que estas cosas se deben de
escribir en primera persona.
Me toca matizar que
el Vasco, el de los yogures pascuales, al que nos referimos en la primera
entrada del blog, y el vasco al que se hace referencia en el título, no son ni de
lejos la misma persona. Los separan unos
45 años de experiencia en la vida, unos cuantos yogures y otras muchas cosas más.
Que el título del
blog sea tres ICEX y un vasco tiene su explicación. En la memoria de esta
OFECOME aparece bien claro que en 2014 van a tener 3 becarios ICEX y un vasco, y no del Gobierno Vasco.
A los 4 nos hizo bastante gracia el comentario. Parece ser que un vasco no
puede ser becario ICEX. Para nuestro caso en concreto, el título no es del todo
incorrecto, somos 3 madrileños y uno de Bilbao, pero y si uno de los 3 ICEX
fuese vasco? jaja. Nos han dejado a
huevo el título del Blog.
Vamos a lo serio…
Una auténtica Keweseki |
Sin duda, de esta experiencia en África aprenderemos a ser pacientes. Queramos o no, aquí estamos obligados a ello. Paciencia es aprender a esperar cuando realmente no quieres.
Tener paciencia es trabajar a 12 kilómetros de la villa donde nos alojamos y
tener que salir todas las mañanas en coche a las seis y media para “asegurar”
cumplir con el horario laboral. Pongo asegurar entre comillas, ya que a veces
ni con esas llegamos a la hora. Sin ir más lejos, hoy sin motivo aparente,
hemos tardado 2 horas en llegar, a una media de 10-15 km/hora. El récord esta
en 2 horas y media. Ir a un restaurante y esperar a que te sirvan la comida una
hora también requiere de mucha paciencia. Ritmo Africano, ya tu sabes.
Otra de las muchas cosas que vamos a aprender a valorar son aquellas
cosas que antes de llegar aquí estábamos acostumbrados a hacer, aquellas cosas
a las cuales quizá no dábamos especial importancia por ser habituales en
nuestras vidas, pero ahora que ya no lo son, comenzamos a añorar.
El hecho de poder moverte con total libertad, no depender
del coche constantemente, dar un paseo a cualquier hora del día sin estar en
constante tensión, no estar pendiente de en que te gastas y te dejas de gastar
el dinero. Decir que los precios en Luanda son exagerados es decir poco, se
venden cuatro yogures Danone por 21 dólares (15 euros), un plato en cualquier
restaurante no baja de los 18 dólares y por no hablar ya del precio de la ropa.
Las galletas estilo Maria son nuestra salvación/perdición.
Echamos MUCHO de menos el vitolar (potear) de bar en bar!!!.Donde están
los bares? Aquí a la cerveza la llaman vitola.
Y con esto me viene a la mente
una anécdota que vivimos en un bar muy cerca de la oficina.
Eran las 5 de la tarde, y como viene siendo habitual, Vasco,
el de los yogures pascuales, nos lleva a tomar unas cervezas. Pedimos 3 VITOLAS
y el bangao 1 Gintonic. Hasta aquí todo normal hasta que media hora
después nos aparece Bendita, la camarera del bar, con 3 platos combinados de
carne, arroz y ensalada. Ante nuestra sorpresa, preguntamos a Bendita el porqué
de estos tres platos. Nos dice que ella cumple órdenes, que el pedido era de 3
Vitocs!! (Un vitoc es un plato combinado de carne). Pongámonos en situación, son
las 5 de la tarde, recién comidos, un calor africano que a las 7 de la mañana
alcanza fácilmente los 27 grados, con 3 platos combinados sobre la mesa. No hacemos
ascos, a merendar! Eso sí, aprendimos la
lección, en este bar no se piden vitolas, se piden cervezas.
Y con esto ya hemos completado el cupo de las quejas,
sabíamos a donde veníamos, turno para hablar de lo increíble que es el África que hasta ahora hemos conocido….próximamente en pantalla.
Agur!
A.R.
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