martes, 11 de febrero de 2014

Seguimos aprendiendo...

Bom día,

No seré yo el que escriba sobre el bangao, ese españolito de blanca tez y curioso caminar, que va rompiendo corazones por allí por donde pasa. Pienso que  estas cosas se deben de escribir en primera persona.

Me toca matizar que el Vasco, el de los yogures pascuales, al que nos referimos en la primera entrada del blog, y el vasco al que se hace referencia en el título, no son ni de lejos la misma persona. Los separan unos 45 años de experiencia en la vida, unos cuantos yogures y otras muchas cosas más.

Que el título del blog sea tres ICEX y un vasco tiene su explicación. En la memoria de esta OFECOME aparece bien claro que en 2014 van a tener 3 becarios ICEX y un vasco, y no del Gobierno Vasco. A los 4 nos hizo bastante gracia el comentario. Parece ser que un vasco no puede ser becario ICEX. Para nuestro caso en concreto, el título no es del todo incorrecto, somos 3 madrileños y uno de Bilbao, pero y si uno de los 3 ICEX fuese vasco? jaja. Nos han dejado a huevo el título del Blog.

Vamos a lo serio…

Una auténtica Keweseki
Sin duda, de esta experiencia en África aprenderemos a ser  pacientes. Queramos o no, aquí estamos obligados a ello. Paciencia es aprender a esperar cuando realmente no quieres. Tener paciencia es trabajar a 12 kilómetros de la villa donde nos alojamos y tener que salir todas las mañanas en coche a las seis y media para “asegurar” cumplir con el horario laboral. Pongo asegurar entre comillas, ya que a veces ni con esas llegamos a la hora. Sin ir más lejos, hoy sin motivo aparente, hemos tardado 2 horas en llegar, a una media de 10-15 km/hora. El récord esta en 2 horas y media. Ir a un restaurante y esperar a que te sirvan la comida una hora también requiere de mucha paciencia. Ritmo Africano, ya tu sabes.

Otra de las muchas cosas que vamos a aprender a valorar son aquellas cosas que antes de llegar aquí estábamos acostumbrados a hacer, aquellas cosas a las cuales quizá no dábamos especial importancia por ser habituales en nuestras vidas, pero ahora que ya no lo son, comenzamos a añorar.
El hecho de poder moverte con total libertad, no depender del coche constantemente, dar un paseo a cualquier hora del día sin estar en constante tensión, no estar pendiente de en que te gastas y te dejas de gastar el dinero. Decir que los precios en Luanda son exagerados es decir poco, se venden cuatro yogures Danone por 21 dólares (15 euros), un plato en cualquier restaurante no baja de los 18 dólares y por no hablar ya del precio de la ropa. Las galletas estilo Maria son nuestra salvación/perdición.

Echamos MUCHO de menos el  vitolar (potear) de bar en bar!!!.Donde están los bares? Aquí a la cerveza la llaman vitola. 
Y con esto me viene a la mente una anécdota que vivimos en un bar muy cerca de la oficina.
Eran las 5 de la tarde, y como viene siendo habitual, Vasco, el de los yogures pascuales, nos lleva a tomar unas cervezas. Pedimos 3 VITOLAS y el bangao 1 Gintonic. Hasta aquí todo normal hasta que media hora después nos aparece Bendita, la camarera del bar, con 3 platos combinados de carne, arroz y ensalada. Ante nuestra sorpresa, preguntamos a Bendita el porqué de estos tres platos. Nos dice que ella cumple órdenes, que el pedido era de 3 Vitocs!! (Un vitoc es un plato combinado de carne). Pongámonos en situación, son las 5 de la tarde, recién comidos, un calor africano que a las 7 de la mañana alcanza fácilmente los 27 grados, con 3 platos combinados sobre la mesa. No hacemos ascos, a merendar! Eso sí, aprendimos la lección, en este bar no se piden vitolas, se piden cervezas.

Y con esto ya hemos completado el cupo de las quejas, sabíamos a donde veníamos, turno para hablar de lo increíble que es el África que hasta ahora hemos conocido….próximamente en pantalla.
Meninos na Praia dos Surfistas
Praia dos Surfistas




Agur!

A.R.

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